El ferrocarril
George Stephenson |
El barco de vapor
Antes del siglo XIX
la larga tradición naval europea se había sustentado sobre el control de los
vientos como medio de propulsión y la seguridad más que por la velocidad en el
mar. A principios de siglo no se empleaban menos de dos o tres semanas en cruzar
el Atlántico de este a oeste, necesitándose entre 30 y 40 días de oeste a este.
Con la formación de los imperios coloniales europeos se hizo
necesario desarrollar una tecnología que asegurase el viaje sobre las aguas; en
el siglo XVIII se generalizó el uso del sextante, mapas con las notaciones
de los vientos y el cronómetro. La invención de la nueva embarcación
partió de los trabajos de Jouffroy d´Abbens sobre el Sena y los de
Fulton con su máquina Clermont. Fue en Estados Unidos donde tuvieron
lugar las primeras pruebas del navío de ruedas sobre el río Hudson. En
1815 ya circulaban un centenar de estos navíos de ruedas que obtenían su
energía de la leña, material barato y abundante.
El Savannah consiguió cruzar en 29 días el Atlántico
Norte en 1819 y la Sphink, que llevó a Francia las noticias de la
toma de Argel, desarrollaba una velocidad de 6 nudos. Pero los problemas
eran numerosos: las paletas utilizadas provocaban un gran desperdicio de
energía, existía el riesgo de incendio o explosión a bordo, su velocidad era
aún menor a la desarrollado por los veleros y el poder militar aún se oponía a
su utilización como navío de guerra.
El barco de vapor
Antes del siglo XIX
la larga tradición naval europea se había sustentado sobre el control de los
vientos como medio de propulsión y la seguridad más que por la velocidad en el
mar. A principios de siglo no se empleaban menos de dos o tres semanas en cruzar
el Atlántico de este a oeste, necesitándose entre 30 y 40 días de oeste a este.
Con la formación de los imperios coloniales europeos se hizo
necesario desarrollar una tecnología que asegurase el viaje sobre las aguas; en
el siglo XVIII se generalizó el uso del sextante, mapas con las notaciones
de los vientos y el cronómetro. La invención de la nueva embarcación
partió de los trabajos de Jouffroy d´Abbens sobre el Sena y los de
Fulton con su máquina Clermont. Fue en Estados Unidos donde tuvieron
lugar las primeras pruebas del navío de ruedas sobre el río Hudson. En
1815 ya circulaban un centenar de estos navíos de ruedas que obtenían su
energía de la leña, material barato y abundante.
El Savannah consiguió cruzar en 29 días el Atlántico
Norte en 1819 y la Sphink, que llevó a Francia las noticias de la
toma de Argel, desarrollaba una velocidad de 6 nudos. Pero los problemas
eran numerosos: las paletas utilizadas provocaban un gran desperdicio de
energía, existía el riesgo de incendio o explosión a bordo, su velocidad era
aún menor a la desarrollado por los veleros y el poder militar aún se oponía a
su utilización como navío de guerra.
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